jueves, 14 de noviembre de 2013

Gracias y adiós... o quizá un hasta luego.


En los últimos tiempos no he podido escribir mucho en el blog, debido fundamentalmente a cuestiones de trabajo. Aunque también ha habido otras muchas cuestiones, además de las laborales, que no me han dejado tiempo para escribir.

Comentaros que no he dejado de pedalearcorreronadar. He participado en carreras, he montado en bicicleta… Tampoco he dejado de leer cuestiones relativas al deporte.

Pese a que aún me quedan muchos temas de los que escribir, viendo que apenas puedo seguir escribiendo en el blog he pensado que lo mejor es dejarlo. Tiene 50 entradas donde he intentado plasmar de la mejor manera bastantes recomendaciones para cuando practiquéis deporte. Recordad que estas recomendaciones nacen de mis propias equivocaciones, por lo que aprovechadlas. Quizá algunas de ellas son debatibles, pero ahí las tenéis para tener otro punto de vista. Hay crónicas de carreras e historias que os pueden entretener y también os he intentado plasmar los valores que me han transmitido todos estos años practicando deporte.

También quiero agradecer a la gente que me ha estado ayudando a crear y mantener el blog:

A mi madre por escribir el primer comentario que nunca fue publicado. Por aquel entonces tenía configurado una opción que no dejaba publicar cualquier comentario y ni siquiera llegó a mi carpeta de comentarios a supervisar. No sé el contenido del mensaje pero sí sé lo que querías poner, ¡Gracias mamá!

A mis hermanos que cada vez que publicaba en una red social alguna de las entradas no paraban de comentarla y de publicarla en su propio muro. Gracias.

Gracias también a ti papá, no te pongas celosón…

A Ruth, Mónica y a todos aquellos que me habéis comentado que: la imagen corporativa no era la adecuada o que habéis opinado de los colores o el tipo de letra o las configuraciones varias. Soy técnico y me preocupa más el contenido que el continente… pero el blog me ha enseñado que la imagen también es importante. Gracias también a vosotros.

Al Vinagre, una bestia parda sobre la bicicleta que se dedicó a enviar la dirección web a todos sus amigos. ¡No veáis el subidón que dieron las visitas cuando lo envió! Sé que alguno de esos aún quedan y les digo: tenemos un amigo con un corazón que no le cabe en el pecho. Gracias Vinagre.

A Dani, mi profe de gaita. Gran seguidor del blog. Un auténtico genio y mejor persona. Desborda tanto amor por lo que hace que si diera clases de ganchillo también me apuntaría para que me enseñara (aunque no me atrae para nada el ganchillo). Tengo que confesaros que hay algunas clases en las que me ha transmitido tantas cosas que son más difíciles de digerir que una maratón. Y creedme si os digo que es difícil digerir una maratón… Gracias Dani.

Gracias a Yare, Víctor y Laura por ese viaje desde San Martín de Valdeiglesias hasta Getafe recomendándome temas para escribir. Y gracias por vuestros comentarios.

Gracias a todos los que habéis escrito en el blog pese a mi insistencia: mi hermana Moni, Capy, Maribel. Gracias.

Tengo claro lo mejor que me ha dado el deporte en todos estos años: las personas. Algunas al recordarlas me hacen sonreír, otras hacen que el vello se me ponga de punta, otras me hacen sentir parte de algo… Gracias, gracias a todos vosotros.

Y como no podía ser de otra manera: gracias a ti, Maribel. Que me has apoyado en la iniciativa, que me has revisado lo que escribía, que me has animado para darle vueltas al blog para hacerlo más participativo, que me has sugerido temas para comentar... Eres una CAMPEONA con todo lo que eso significa de perseverancia, abnegación, sacrificio, pureza, alegría y honestidad… (tenía pensada una entrada para describir lo que para mí son los auténticos CAMPEONES y tú lo defines muy bien). ¡Te quiero!

El poco tiempo que tenía para el blog lo voy a invertir en otro proyecto. Es un proyecto a largo plazo pero que empiezo a tener claro: quiero escribir un libro. Será un libro biográfico e histórico para el que me tengo que documentar bastante, incluso batallaré con un idioma que no domino. Este libro hablará de la historia de la Europa de finales de los treinta del siglo pasado, de la Italia de los cuarenta, de judíos, de bicicletas, del Tour, del Giro, de los puertos de los Alpes, de ciclismo, de un ciclista en particular pero también de varios de ellos. Le debo bastante a la bicicleta y quiero darle un buen homenaje.  

Quizá esto se quede en nada, pero sería la excusa perfecta para ir a visitar una ciudad italiana que Maribel y yo tenemos muchas ganas de visitar.

Y si finalmente lo escribo ya solo me quedará tener un hijo. Porque el árbol lo planté hace muchos años, pero no recuerdo donde…

Aquí os dejo las direcciones web de las entradas hasta que blogspot decida:

Título entrada
web
Para empezar
Estirar
Estirar II
La media maratón de Valdemoro
Edificando la base
Un motivo para terminar
Un poquito de fisiología
Maratón de Madrid 2013
Alimentación y deporte (I)
Alimentación y deporte (II)
Hidratación
Carrera contra el VIH
Carrera nike H2O
Alimentación y deporte (III)
Ejercicios de los músculos del tronco (I)
Ejercicios de los músculos del tronco (II)
Valores I. Esfuerzo
Prueba por relevos de Leganés
Los desarrollos de la bicicleta
Valores II. Sacrificio
Cadencia de pedaleo
Carrera por la esclerosis múltiple
Tipos de fibras musculares
Técnica de Carrera
Valores III. Saber perder
http://pedaleacorrenada.blogspot.com.es/2013/05/valores-iii-saber-perder.html
Media maratón por relevos de Móstoles
Chuches y tornillos de la bicicleta
Valores IV. Soledad
Razones para hacer deporte
El flujo
Estilos de natación. Estilo Crol
Principios generales del entrenamiento
La Carrera de San Juan
Estilos de natación. Estilo Braza
Rodaje fraccionado
Bahamontes y el Tour de 1957
Carrera del VIH
Miguel Poblet y la Milán San Remo
Bucear
Zátopek, un campeón en todos los sentidos.
La París- Roubaix y el león de Flandes
Carlos Sastre
Entrenamiento piramidal
La morcuera y canencia by Capy
Entrenamiento progresivo
Entrena cuestas, cueste lo que cueste
Nuevo tipo de estructuración del entrenamiento. La periodización inversa
Mi primera pájara
Duatlon de Valdebebas
Valores V. Disfrutar y amar lo que uno hace

 
 



 

martes, 1 de octubre de 2013

Valores V. Disfrutar y amar lo que uno hace.


Hace relativamente poco comencé a leer el libro Nacidos para correr que no terminé. El libro trata sobre un pueblo nativo de México llamado Tarahumara, donde llevan dedicándose a correr casi todo el día desde hace bastantes generaciones. Además de correr durante varias horas también hay que tener en cuenta que lo hacen casi descalzos. Un buen día, a través de un estadounidense, deciden correr una de las carreras de ultrafondo más duras del mundo denominada Badwater. Esta carrera tiene un recorrido de algo más de 215 km y une los puntos más alto y más bajo de Estados Unidos. Parte de ella discurre por el Valle de la Muerte donde se pueden alcanzar temperaturas de 49ºC a la sombra. Es en esa carrera donde los Tarahumaras se dan a conocer internacionalmente. 

No terminé el libro ya que no se centra en cuestiones técnicas de los protagonistas sino en cuestiones curiosas y exageradas de éstos. Pero si algo positivo saqué del libro es que la razón principal por la que los Tarahumara son capaces de llegar a correr durante todo el día y casi descalzos es por que disfrutan y aman lo que hacen. Eso a pesar de que, aunque tengan la preparación de toda una vida corriendo, tengan días que no les apetecerá nada correr o que un día corriendo no se encuentren en su mejor momento y quieran abandonar. Esto también queda reflejado en el libro.

Y es que cuando disfrutas y amas lo que haces, los obstáculos que te encuentras no son tan difíciles de sortear. También cuando amas lo que haces lo conviertes en algo que te traspasa a ti mismo. Al fin y al cabo eso es amar a alguien: ponerlo por encima tuyo, haciéndolo más importante que tú mismo. Y en el deporte, como en otras facetas de la vida, intento disfrutar y amar lo que hago.

Si algunos me han sabido transmitir todo esto, esos son mis padres.

Mi padre fue médico. Recuerdo que cuando me levantaba por las mañanas para ir al colegio, al llegar a la cocina para desayunar podía ver reflejada la luz del despacho de mi padre en una de las puertas de casa. Era muy temprano y mi padre ya llevaba tiempo estudiando y eso que su jornada laboral del día anterior solía acabar de noche en la consulta que teníamos en casa para pocas horas después de empezar a estudiar, comenzar de nuevo su jornada laboral. Siempre estaba al día de medicina con su pila de revistas y libros por leer, siempre listo para servir a cualquier paciente. Su amor por la medicina estaba por encima de él mismo.

Mi madre siempre ha estado entregada por su familia y sus hijos. Y también ayudando en la consulta de casa. Por las mañanas era la que nos levantaba, preparaba el desayuno y nos llevaba al colegio. Recuerdo como preparaba las cenas yendo y viniendo de la consulta a la cocina. Cuando necesitábamos algo y ella estaba en la consulta descolgábamos el teléfono, marcábamos el número 0 y hablábamos con ella. Siempre con su familia por encima de ella misma.

Quizá todo esto te suene y te recuerde a tus propios padres: siempre trabajando y siempre entregados a todos y cada uno de sus hijos por encima de ellos mismos. Yo lo valoro y me he dado cuenta que me lo han transmitido para entregarme y amar lo que uno hace. Quizá tú también puedas valorarlo.

lunes, 30 de septiembre de 2013

III Duatlon de Valdebebas


Ayer corrí el III duatlón de valdebebas en su modalidad de sprint (5 km corriendo, 20 km en bici y 2,5 km corriendo). Nunca había participado en un duatlón si bien hace años sí que había combinado la carrera con la bicicleta en algunos entrenamientos. Eso era cuando iba al Cerro de los Ángeles en bicicleta, la ataba a un árbol, corría una vuelta al perímetro del Cerro y después me iba en bicicleta hasta la Marañosa y vuelta para casa. Por aquel entonces el duatlón apenas se practicaba y la gente apenas lo conocía. Ahora es bien diferente ya que hay mucha gente que practica el duatlón y el triatlón y hay bastantes competiciones a nivel amateur y popular. La prueba de ayer compaginaba ambos niveles. Cuando me apunté tenía la opción de apuntarme para competir con los federados o con lo populares y elegí a los primeros. Lo hice así para conocer mi nivel en una prueba como esta con gente que compite habitualmente.

Al llegar allí y tras recoger el dorsal pude comprobar con la prueba de minisprint (que se disputaba antes que la modalidad de sprint) las reglas básicas de las transiciones. Al coger la bici no se puede montar antes de traspasar una línea y en la segunda transición (de bici a correr) hay que desmontar antes de esa línea. También hay que tener en cuenta que la colocación del dorsal en la carrera es por delante y en la bici por detrás. El casco es lo primero que hay que ponerse... Todo esto yendo a mil por hora se puede olvidar. Mi mayor preocupación estaba en ir corriendo con las zapatillas de la bici y resbalarme por la cala de la zapatilla. Tenía pensado salir descalzo y ponerme las zapatillas de la bici una vez pasada la línea en la primera transición, y al revés en la segunda.

Teniendo en cuenta que era mi primer duatlón mi idea era probar y además intentar hacerlo progresivo. Los primeros 5 km a 4 min/km. La bici hacerla a unos 30 km/h y la parte más importante y donde valoraría mi estado de forma estaría en la última fase, esos 2,5 km donde intentaría ir todo lo fuerte que pudiera. En total calculaba que tendría que hacer una hora y cuarto aproximadamente.

Los primeros 5 km corriendo eran dos vueltas a un circuito en las que se combinaban una bajada y una subida (dos subidas y dos bajadas). En la salida me coloqué en la parte final. La zona de salida era ancha y nosotros apenas éramos 200 duatletas. La salida la comenzamos en bajada. Al principio salí a menos de 4 min/km, pero sabiendo que a la subida se compensaría. Y así fue. Fui adelantando a algunos corredores en la subida, pero en la primera transición, en la que me puse las zapatillas de la bici tras cruzar la línea, todos esos me adelantaron.

Sobre la bici quería disfrutar de ésta. El circuito era sencillo con un par de rampas duras. El problema fue el viento. En la primera vuelta me descolgué de un grupo en una bajada en la que no quise arriesgar. Cuando intenté volver a cogerles el viento me hacía que no pudiera alcanzarles. Así que opté por mantener la distancia y cuando lo tuviera favorable ir a por ellos. Al comienzo de la segunda vuelta estaba con ellos y noté como el grupo me protegía del viento. Di un par de relevos en el grupo. Los últimos dos kilómetros de la bici los hice reservando para afrontar un poco descansado los 2,5 km finales corriendo. De nuevo la transición y esta vez corrí con las zapatillas de la bici. No quería perder más tiempo y la verdad es que no se me dio mal (al menos no me caí).



Cuando comienzas a correr después la bici la sensación de las piernas es extraña. Es como si las piernas estuvieran acartonadas. El circuito de los 2,5 km consistía en dar una vuelta a la primera parte de correr. De nuevo una bajada y una subida. Mi ritmo al principio estaba alrededor de los 4 min/km. Bien. Al comenzar la subida intenté ir más fuerte ya que esta parte era a la que le daba más importancia. A pesar de eso en la subida no fui más rápido de 4:20 el kilómetro. Entré con la primera chica de la competición aunque ella había empezado dos minutos más tarde que yo.

Y como no, desde el principio (salida y transiciones) hasta el final, siempre Maribel animándome, recordándome que tenía que hacer las transiciones, haciendo fotos... Nada más cruzar la línea de meta le dedique la carrera. Quien sabe, la próxima quizá la hagamos juntos.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Mi primera pájara


Todavía no había cumplido los dieciocho años y aquel verano salía a montar en bici un día sí y otro también. Siempre salía por el carril bici y después por la zona de San Martín de la Vega. Aquel verano mis padres y yo pasamos 10 días en Alicante. Me lo pasé muy bien allí ya que hice amistad con la gente que vivía en la zona y eso que al principio no les conocía. A pesar de eso, echaba de menos a mi bicicleta así que al día siguiente de volver de Alicante me levanté pronto, desayuné un café rápido y me fui a quitar el mono de bici haciendo una ruta corta hasta San Martín de la Vega. Ida y vuelta unos 48 km.

Cuando llegue a San Martín y empezaba el camino de regreso a casa me crucé con un compañero de mi peña JUYMAR. Le llamábamos el 54. Ese era su mote porque ese era su número de socio del club. Sencillo. Paramos y nos saludamos "pero niño ¿Ya vuelves tan pronto? ¡Anda! ¡Anda! Acompáñame a Chinchón" (hasta allí ida y vuelta son 100 km). Sabía que serían muchos kilómetros pero también es cierto que estaba volviendo muy pronto por lo que me animé. Fuimos subiendo por la cuesta que conocemos como Valgrande y después se llega a Chinchón una vez que subes por los Molinos. En esta última cuesta notaba que seguir al 54 estaba siendo un suplicio. Recuerdo que en Chinchón pinché y tuve que cambiar la cámara. Eso me remató. Cuando volví a subir a la bicicleta después de arreglar el pinchazo mis sensaciones eran bastante malas. Parecía que no tenía fuerza para nada e incluso me costaba pensar. Las piernas ya no daban más de sí y el cuentakilómetros no pasaba de 22 km/h llaneando. Estaba completamente apajarado. Me comí un plátano que llevaba en un bolsillo del maillot pero ya era demasiado tarde. Apenas noté que me aportaba energía. La vuelta a casa pasaba por Titulcia, Ciempozuelos y San Martín. El 54 me seguía acompañando y yo no paraba de decirle que él se fuera hacia delante, que yo ya llegaría a Getafe pero él, perro viejo sobre la bici, no paraba de animarme y en Titulcia me invitó a una coca cola. Aproveché la parada para llamar a casa para decir que llegaría tarde, que no me encontraba muy bien pero que no se preocuparan, que iba con un compi de la peña.

De Titulcia a Ciempozuelos apenas hay 5 kilómetros pero se me hicieron eternos. Una vez que pasamos Ciempozuelos hacia San Martín había un coche que estaba aparcado en un camino perpendicular a la carretera y su conductora estaba intentando cambiar una rueda, había pinchado. El 54 me dijo que íbamos a parar a descansar ahí un rato. La conductora al ver que parábamos nos pidió ayuda para cambiar la rueda y yo me disculpé diciendo que no estaba para ayudar. Lo que hice fue tumbarme en el suelo y levantar los pies apoyados en el capó. Una pena no haber hecho una foto del momento, uno cambiando la rueda de un lado mientras otro estaba tumbado con los pies en el capó por el otro lado. El 54 cambio la rueda y le pidió un favor a la chica: si me podía acercar a casa. Y así fue. No recuerdo como en un coche sin portón entraron dos bicicletas de carretera, la conductora, el 54 y yo pero así fuimos hasta Getafe. Descargué la bicicleta del coche apenas a 200 metros de casa y no tenía fuerzas para montar. Mi padre me abrió la puerta con el ceño fruncido (no le hizo falta decirme nada, para mí con eso bastaba para saber que la había cagado) y un bol lleno de fruta que me comí sin cambiarme.

De todo se aprende y lo que aprendí de esa experiencia es que desde entonces al montar en bici hago un desayuno en condiciones, que no hago más kilómetros de los que me he propuesto, que como antes de que me llegue la sensación de la pájara y que siempre que veo un ciclista en apuros pregunto si puedo ayudarle.