Viene de aquí.
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poder en presente simple cuando yo solo
sabía hacerlo en futuro condicional.
Hay quien
determina con explícita clarividencia cuando finaliza una etapa en su vida y
comienza una nueva. Y lo que es más impresionante, pueden describirlo en el
mismo momento que se produce.
Puede que lo
perciban por algo que ocurre exteriormente: en el ambiente reina un aire espeso
que es barrido por uno limpio, la fragancia primaveral en una extensa pradera,
un cambio en la luz o un sabor. El cambio también se puede producir
interiormente: hay quien lo refiere a una corazonada, una ligera taquicardia,
un suspiro. Puedes dar la espalda a la antigua etapa a través de uno mismo: el
salto de un obstáculo, la consecución de un objetivo. Hay quien siente el
comienzo de un nuevo período a través de alguien: una mirada indiscreta, una
sonrisa cómplice, el tacto de la mano del futuro amante sobre uno mismo. Un
beso. El nacimiento de un hijo.
Pero ese no
es el caso de Jesse. Él no es de los que determinan el cambio de etapa en la
vida en el mismo momento que se produce.
Jesse entra
al patio del Instituto de Fairmount y comienza a subir las escaleras que
conducen a la entrada. A medida que sube escalón a escalón no es consciente de
todo lo que deja atrás. Abandona la infancia de sus días felices, la amargura
de los infelices, la dependencia en sus mayores. Deja el arraigo de un pueblo
al que tardó en conocer. Pese a que había perdido la inocencia en el andén de
una estación, fue entonces cuando definitivamente no volvió a reflejarse en
ella.
Atrás deja la
tierra.
Se para en el
último escalón. Contempla la entrada del instituto.
Como quiera
que fuese, Jesse supo, mucho tiempo después, que sobre esas escaleras había
comenzado una nueva etapa. Aunque aún no conocía nada relativo al atletismo, ni
había participado en ninguna prueba de velocidad, años después se referiría a
aquel momento como el comienzo de la fase fundamental de una prueba de los cien
metros lisos. La que determina como será la carrera que uno va a hacer hasta la
llegada a la línea final. Porque allí, en el Instituto de Fairmount conoció a
dos de las personas que marcarían con fuerza y determinación la carrera de su
vida.