jueves, 21 de agosto de 2014

Primero, la tierra (III)


Si quieres leer desde el principio, pincha aquí
Viene de aquí.
Una tarde de sus días felices, su madre está preparando la cena en la cocina mientras el pequeño Jesse juega con su muñeco en el salón. Desde allí oye como su madre abre el agua, entrechoca cazuelas y platos entre sí. El pequeño Jesse comienza a entonar la canción que había escuchado al abuelo pero lo hace a su manera: abre la boca y tararea con mucho más volumen, marcando con grandes vocales lo que su abuelo solo susurraba.
Ya no se oye el entrechocar de cazuelas en la cocina. Ahora su madre está justo detrás de él.
—¿Quién te ha enseñado eso?
Gesto fruncido, ojos fijos. Los ojos de su madre reflejan enfado.
—El abuelo. 

Al día siguiente cuando se despierta, su madre le levanta y le baja a la cocina para desayunar. Al poco llegan sus abuelos. Nada más entrar por la puerta, la madre les hace un gesto para que se acerquen. Los abuelos, con mirada de preocupación, van hacia la madre. Les lleva a otra habitación y cierra la puerta. El pequeño Jesse se queda solo. Oye voces que provienen de donde están su madre y los abuelos. Intuye que no quieren ser oídos por él por lo que no quiere saber lo que están diciendo. Son cosas de mayores.
Porque los niños saben cuando los mayores hablan de cosas de mayores.
Al poco tiempo salen los tres de la habitación y van a la cocina con él. El abuelo continúa con el sombrero y su abuela con la chaqueta. Aún no lo han besado. Su madre le besa y se va.
Silencio. El abuelo se agacha hacia el pequeño Jesse y se quita el sombrero. Lo apoya sobre su pecho:
—¿Recuerdas lo que te conté el otro día? ¿Recuerdas la canción? ¿Cuándo cogí el puñado de tierra en el patio?
El pequeño Jesse lo recuerda. Afirma con la cabeza.
—Te pido que lo olvides, por favor.
El pequeño Jesse estudia la mirada. Hay sinceridad pero también tristeza. Por primera vez alguien le pide algo con el corazón.
—Lo olvidaré.
Y el pequeño Jesse olvidó.
Porque los niños obedecen cuando se les pide algo con el corazón.

Si quieres seguir leyendo pincha aquí