lunes, 29 de septiembre de 2014

Segundo, el impulso (VI)

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Cuando llegan a las afueras de la ciudad Charles aparca frente a un edifico alargado.
—¿Dónde estamos?
—Hemos venido al hipódromo. Vamos a ver carreras de caballos.
—¡Guau! —Jesse nunca ha visto una.
Cuando bajan del coche, Charles ayuda a Charly a levantarse del asiento y le da una muleta que previamente ha sacado del maletero. Charly anda torpemente apoyado sobre la muleta arrastrando uno de los pies. Viéndole andar, Jesse duda si algún día podrá correr tal y como ha dicho el entrenador.
Cuando Jesse se aproxima a la entrada del hipódromo se para y observa detenidamente si hay alguna indicación para la entrada de los negros. No la ve. Comprueba alrededor suyo si hay alguien de su mismo color de piel. No ve a ninguno. Concluye que no hay una entrada para ellos.
Una vez dentro se van anunciando las diferentes carreras. Los tres toman asiento en un lateral de la grada. Ante ellos tienen el circuito ovalado y cubierto de un cuidado césped. Charles le dice a Jesse:
—Quiero que te fijes en la forma de correr de los caballos. Después me dirás que has visto.
La primera carrera comienza. Los caballos salen raudos cuando se abren las puertas. Enseguida uno se pone por delante. Los demás se agrupan y siguen su estela. Cuando pasan la primera curva y afrontan la segunda recta, el primero saca dos o tres cuerpos a los demás. Pese a que los jinetes no paran de golpearles los cuartos traseros con las fustas, no recortan al primero. Llegan a la segunda y última curva, parece que el primero va perdiendo distancia con respecto a los demás. ¿Son los caballos de detrás los que van más deprisa o es el de delante el que corre más despacio? En la recta de meta el primero es adelantado por uno, dos y hasta tres caballos antes de cruzar la línea de meta.
—¿Y bien? —pregunta Charles.
—¿Tiene algo que ver con la iniciativa en una carrera?
Charles sonríe.
—Bueno, en este caso podría ser que sí… pero no. Yo me refiero más a la técnica de carrera de un caballo. Vamos a ver la siguiente.
Poco tiempo después hay nuevos caballos en los cajones de salida. Jesse solo puede ver a los jinetes que sobresalen por encima. Al poco tiempo se suena un disparo y se da inicio a la carrera. Jesse distingue entre el pelotón de hombres y animales un caballo que toma ventaja sobre los demás. Saca un cuerpo al resto. Charles le señala:
—Mírale las patas delanteras. Abren el camino dirigiéndose hacia delante, apenas se doblan y van alternándose en la pisada. Una primero, después la otra. Y ahora fíjate en las traseras. Se encargan de impulsar el movimiento doblándose y estirándose automáticamente como un gran resorte.
Comienza a trazar la curva. Charles continúa:
—El caballo es fuerza y puro músculo. Cabeza hacia delante, tronco quieto. Pese a la velocidad que desarrolla lo único que mueve son las patas. No le hace falta mover nada más.
Comienzan la contrarecta y el primero sigue manteniendo la misma distancia frente a los demás.
—Y tampoco le hace falta mantener el contacto con la tierra más que el mínimo necesario. Y eso es muy importante, si te fijas puedes observar como hay momentos en que el caballo no tiene apoyada ninguna de sus patas en el suelo. Vuela por el aire, ¿lo ves?
Jesse se esfuerza en ver los movimientos y finalmente se fija en como el caballo vuela.
—Cuando corras, tú también tienes que volar —dice Charles.

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