miércoles, 9 de abril de 2014

Los guantes de Kahn


Oliver Kahn no se lo puede creer. En veinte años de experiencia defendiendo la portería de todos los equipos en los que ha jugado jamás ha vivido una noche como aquella. Y por supuesto nunca en los 140 partidos que ha disputado en competición europea. Pese a la mala imagen mostrada por su equipo, han conseguido clasificarse para la semifinal de la UEFA. Ha sido gracias a un gol de cabeza de su delantero Luca Toni, casi al final del partido. Kahn se abraza con sus compañeros y se felicitan. Todos juntos van a uno de los fondos del estadio del rival, donde está su afición, para agradecer el apoyo incondicional. Cuando vuelven hacia el túnel de vestuarios, ven la desolación que ha causado la eliminación en los jugadores rivales. El portero del otro equipo está de rodillas en el césped frente a la portería que ha defendido en la segunda parte de la prórroga. Tiene las manos en la cara y los guantes no dejan ver las lágrimas que caen. Otros jugadores rivales están tumbados y con las manos en la cabeza. Los compañeros de Kahn se acercan a algunos de ellos y tratan de consolarlos y levantarlos del suelo.

Antes de entrar en el túnel de vestuarios Kahn se da cuenta de que hay un niño, aficionado del otro equipo, que está llorando desolado por la derrota. El niño está abrazado a su madre. Kahn no se lo piensa dos veces y se quita los guantes, se acerca al foso que separa las gradas del campo y le hace un gesto al niño para que coja los guantes. El niño no reacciona y es la madre la que le indica con la mano que sí, que puede tirarlos, ella los cogerá. Kahn le tira los guantes a la madre y acto seguido desaparece por el túnel. La madre coge los guantes y se lo los ofrece a su hijo. Ella también quiere buscar el consuelo al llanto del niño. Éste acaba de ver como su equipo ha perdido en los últimos minutos el posible pase a semifinales de la UEFA. El niño se restriega los ojos, se sorbe los mocos, coge un guante, lo palpa, coge el otro y los agarra con fuerza con una sola mano. De nuevo empieza a gemir y con un movimiento seco tira los guantes hacia el terreno de juego, pero no llegan y caen al foso que separa las gradas del campo. La madre ríe en silencio. El niño no quiere ningún tipo consuelo, el niño es del Geta… 

 

 

Hay que situarse diez minutos antes de que el niño desprecie el regalo del meta alemán, apenas quedan cinco para que termine la segunda parte de la prórroga y por lo tanto del partido. El Bayern va a por todas ya que con un solo gol pasan la eliminatoria. Kahn va a sacar una falta desde casi el medio campo en su propio terreno de juego. Entonces ocurre algo inesperado. La cámara abre el ángulo para enfocar un poco más atrás del guardameta alemán. Aparece corriendo un aficionado que lleva al cuello una bufanda azulona. No hay duda, es un hincha del Geta.

Él pasa delante de la portería que ahora defiende el alemán, del punto de penalti, de la media luna del área y se dirige directo al portero que va a sacar una falta. Desde que el Geta marcó el tercero no para de pensar que hay que perder tiempo como sea, y más cuando tan solo se han puesto a un gol de eliminar a su equipo. Por eso ha saltado al terreno de juego. El personal de seguridad de las otras bandas aún no se ha dado cuenta de que está en el campo. Ellos seguirán mirando a las gradas aunque el público ya nota su presencia y se oyen gritos, algunos de ánimos, otros de reproche y unas risas. Cuando ha sacado la suficiente distancia al de seguridad del fondo por el que ha saltado corre más lento. Está ahorrando algo de fuerzas que después va a necesitar. Por fin llega a su destino. Kahn aún no ha sacado. Le grita mientras corre a su alrededor: "¡Feofeofeo! ¡Que eres muy feo! ¡Eres más feo que pegar a un padre con un calcetín!" A pesar de que busca sacarle de sus casillas no ve que haga ninguna reacción, ni siquiera se asusta del extraño que ha llegado por su espalda. Tampoco ve a ningún jugador del Bayern que reaccione. Con todo el Bayern al ataque, al único que tiene cerca es a Braulio, el delantero del Geta. Kahn solo pone un brazo en jarra y con el otro le señala mirando al árbitro. Él sigue corriendo a su alrededor y le increpa: "¡Que feo eres, cabrón!". La gente de seguridad ya reacciona, el de la banda más cercana corre hacia él. Piensa que el alemán no le entiende porque no está hablando en su idioma y no tiene ni puñetera idea de cómo se dice feo en bávaro así que le ataca en inglés, a ver si así le entiende: "Ugly! Ugly! You are uglier than fight a father with a sock!" y aun así tampoco reacciona. Piensa: “Será cabrón... y feo. Feo porque lo es y de cerca aún más.” Los de seguridad se acercan y no le queda más remedio que coger el balón, se agacha mientras sigue corriendo y según lo agarra se lo tira y le da en toda la cara. Kahn solo suspira. Le dice: "Joder, para ser portero andas corto de reflejos. ¡Feo!" y esto, aunque se lo diga en castellano, lo ha entendido. No se sabe si por el tono de reproche o porqué él mismo se ha dado cuenta de lo torpe que ha sido. El Coliseum se ríe y empieza a cantar un: “¡Toooooontoooo, tooooooontoooooo!” Por fin parece que reacciona… ahora que se tiene que ir por patas. Tiene muy cerca a los de seguridad y se va corriendo para sortearlos. Le grita a Braulio cuando pasa a su lado: "joder Braulio, ¡Hay que perder tiempo que estos nos meten un gol!" y recorta a uno de seguridad que venía por su espalda, otro se acerca, le va a coger seguro y justo en el último momento le esquiva y hace el gesto de los recortadores encorvando la espalda y llevando las manos por detrás sobre la cabeza “¡Uuuuuuuuuuuyyyyyyyyyyyyy!” grita el Coliseum. Se da cuenta que el de seguridad de la banda más pegada ha dejado su puesto vacío, allí nadie le podría impedir que vuelva a saltar a la grada. Pensando en esto se dirige corriendo a esa banda, comienza a esprintar y saca ventaja a los de seguridad. De un brinco salta la valla de publicidad y con cuidado salta el foso apoyándose en la red mientras va pensando que la red aguantará su peso para minimizar (al menos mentalmente) el dolor de la posible hostia.

Con el ajetreo de la invasión pocos se han dado cuenta que entre los rivales alemanes se ha liado una buena. Muchos jugadores del Bayern han protestado al árbitro el tiempo que se ha perdido por la interrupción. Entre ellos Luca Toni, que ha recorrido más de veinte metros para increparle al árbitro que no se olvide que tiene que añadir más tiempo de descuento. El juego se reanuda. Kahn saca, la pasa a su banda izquierda, tras una serie de pases cortos entre los alemanes, el balón lo cuelgan al área del Geta, Luca Toni intenta rematar de cabeza pero no llega y el balón se pierde por la línea de fondo. El Getafe pierde algo de tiempo en el saque de puerta. Un par de jugadas más y el partido acaba. Cuando el árbitro pita el final el Coliseum es una fiesta. Se llena de júbilo y alegría. Los hombres se abrazan y las parejas se besan. Los jugadores del Geta se arrodillan en el campo, después se abrazan y se felicitan. Todo es alegría.

 Kahn va camino a los vestuarios malhumorado, en veinte años bajo la portería de grandes equipos jamás se ha sentido tan avergonzado después de dar tan mala imagen. Han sido eliminados por un equipo desconocido en Europa y encima en su última temporada en activo. Kahn jamás pensó que su último partido en la competición continental fuera a ser en un estadio pequeño. Se imaginaba en un Camp Nou, un Bernabéu e incluso en su propio estadio, el Allianz Arena. Kahn increpa a sus jugadores, está muy enfadado. Antes de entrar en el túnel de vestuarios se está quitando los guantes y con rabia los tira por el foso que separa el campo de las gradas. Mientras, un niño sonríe feliz en los brazos de su madre.