viernes, 3 de mayo de 2013

Alimentación y Deporte (I)


Todo arde si le aplicas la chispa adecuada. HS

Si una de las razones por la que estás haciendo deporte regularmente es para mantener la línea o para perder algún kilito (esta motivación es muy común), es imprescindible que sepas que hacer deporte no te mantiene la línea que pretendes si comes cualquier cosa que se te antoje y cuando quieras. Si el deporte es un medio para conseguir esta finalidad es importante que conozcas que tipo de combustible utilizamos en nuestro organismo cuando hacemos deporte.

Combustible muscular.
Los músculos, para poder ejercer sus funciones, utilizan estos tres tipos de combustible: los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas.

Los hidratos de carbono se almacenan en nuestro cuerpo en forma de glucógeno muscular (en los músculos que estemos usando) y de glucógeno hepático. El glucógeno se descompone en glucosa que es la unidad básica (enlaces de carbono sencillos) que queman las mitocondrias de los músculos formando CO2 y agua (entre otros). La energía de la glucosa es POCA pero RÁPIDA. El cerebro es un gran consumidor de hidratos de carbono.

Las grasas están formadas por unidades más complejas que la glucosa (tienen enlaces de carbono dobles más energéticos) por lo que aportan MUCHA más energía que la anterior pero de tipo LENTO.

Las proteínas aportan poca energía pero su contribución como combustible aumenta cuanto más intenso sea el ejercicio y especialmente cuando los depósitos de glucógeno empiezan a escasear.

La intensidad del deporte que estés practicando hará que el músculo use más glucosa o más grasa. A medida que la intensidad es mayor o la actividad deportiva dura mucho tiempo aumenta la cantidad de glucosa consumida y disminuye el aporte de grasa, por lo tanto, si la intensidad es suficiente, el GLUCÓGENO muscular y hepático SE TERMINA AGOTANDO. Cuando se acaba el glucógeno se obtiene la energía a base de quemar grasas, aunque esta energía como se ha visto no es rápida y comenzarás a ir más lento. Como se ha comentado antes, el cerebro es un gran consumidor de hidratos de carbono, por lo que puedes llegar a notar mareos si has agotado las reservas de glucógeno.

El agua.
El 60% de tu cuerpo es agua y es importante mantener este porcentaje de agua aún cuando estamos realizando deporte. El agua es el principal componente de la sangre. Si nos deshidratamos la sangre se volverá más viscosa y el corazón tendrá que realizar un mayor esfuerzo para bombear la sangre. Por otra parte la sangre también nos permite regular nuestra temperatura corporal, por lo tanto si tiene menos concentración de agua el cuerpo estará más expuesto al aumento de temperatura. 

Además de agua, en el sudor también se pierden sales minerales, cloro, sodio y potasio. Estos minerales intervienen, entre otras cosas, en la regulación de las contracciones musculares. Esta pérdida de minerales está relacionada con los calambres.

Seguro que habrás visto alguna vez, la típica la imagen del ciclista que, en etapas de alta montaña, aprovecha la bajada de un puerto para ir comiendo. Lo que come son aportes de glucosa que hará que sus DEPÓSITOS DE GLUCÓGENO SE LLENEN, para compensar los que ha ido gastando a lo largo de la etapa y poder así afrontar el resto de puertos que le quedan a un ritmo alto. De esta forma, además, evitará las temidas pájaras que le podrían dar si gasta completamente su glucógeno muscular y hepático, haciendo que vaya mucho más lento al comenzar a quemar las grasas.