martes, 23 de abril de 2013

Un motivo para terminarla...


Si comienza uno con certezas, terminará con dudas; mas si se acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas. Bacon.

Este domingo correré mi primera maratón. Quizá sea por la cantidad de kilómetros que he corrido entrenando, o porque llega el buen tiempo y aún no he cogido la bicicleta por lo que estoy algo desmotivado para correrla. Soy de las personas a las que no les cuesta nada levantarse a primera hora para salir a correr o sacrificar tiempo de otras cosas para hacer deporte, pero últimamente me cuesta más y es que pensar que tengo que correr 42 km me está superando. Tengo que encontrar motivaciones para ponerme en la línea de salida y también para terminarla cuando me ponga en marcha. La prueba del maratón tiene eso que no tienen otras distancias mucho más pequeñas: puedes haberte preparado bastante para hacerla, pero en 42 kilómetros pueden pasar tantas cosas que hay que tener la cabeza fría para que un pequeño problema a lo largo de la carrera no se convierta en gigante y no terminarla.

Hubo una vez que me propuse terminar todas las pruebas en las que participara y fue hace ya bastante tiempo en una marcha ciclista en Getafe. Con mis 17 añitos, mi maillot del Banesto del 93 y una vieja bicicleta de carretera de acero con su plato pequeño de 42 dientes (ahora los modelos compaq tienen 34 dientes, es decir, ahora hay que hacer menos fuerza que antes).

La marcha ciclista hacía un recorrido por los sitios que conocía ya que solía salir por allí en bicicleta (Villaconejos, Titulcia, San Martín de la Vega…). La distancia de la marcha era de solo 105 kilómetros pero yo no los terminé. Y no los terminé por varios motivos: Primero la falta de preparación ya que nunca hasta entonces había hecho tantos kilómetros y segundo porque me pudo más el corazón que la cabeza.

La marcha era neutralizada en casi todo su recorrido, por lo que la Guardia Civil iba por delante y por detrás del grupo de ciclistas sin cortar el tráfico a una velocidad constante y baja para que el pelotón la mantuviera. El único tramo que no estaba neutralizado era entre Titulcia y Villaconejos, que era un tramo libre donde se permitía que los ciclistas fueran más rápido. Cuando se abrió este tramo libre yo fui de los primeros en ponerme por delante como si me fuera la vida en ello por lo que me puse en un grupo de delante. Por supuesto había medido mal mis fuerzas y el esfuerzo me pasó factura por lo que al cabo de pocos kilómetros no estaba en el grupo de delante si no que estaba en un grupo intermedio para finalmente entrar en Villaconejos en el último grupo que iba justo delante de los coches escoba… cada vez que recuerdo esto sonrío porque pequé de principiante y de no pensar primero con la cabeza si no con el corazón.

En Villaconejos había preparado un avituallamiento por lo que comí y bebí. Al reanudar la vuelta a Getafe me empezaron a dar tirones en los cuádriceps. Al forzar la postura para que no me dieran tirones empecé a cargar sobre otros grupos musculares que, al no tener acostumbrados, se empezaron a cargar y al poco tiempo también me daban tirones en los bíceps femorales de ambas piernas. El dolor era insoportable. A pesar de que me acompañaba un compañero de la peña a la que pertenecía, en el último puertecito (la cuesta nueva) tuve que bajarme de la bici. Recuerdo que el hombre que llevaba el coche escoba al recogerme me preguntó: “pero chaval ¿cuántos años tienes?” “diecisiete” respondí, a lo que me dijo “¡Yo con tu edad me comía el mundo!” pensé: “pues coja mi bicicleta y adelante que yo no puedo ni con mi alma”.

De camino a la llegada en el coche escoba me propuse acabar todas las pruebas a las que me apuntaría. Para ello tendría que coger más fondo ya que entonces sabía que me había faltado preparación. Ese año empezaba la universidad y me iba a faltar tiempo para salir en bicicleta así que pensé en empezar a correr, y desde entonces corro hasta el día de hoy.

En junio de 2012 hice una prueba ciclista en Cantabria llamada el Soplao que tiene 215 km. Entonces, gracias a la moda retro de los maillots antiguos, llevé puesto el maillot del Banesto del 93 con el que corrí la prueba por la que tuve que abandonar hacía doce años. De alguna manera quería demostrar al chaval de 17 años que fui que sí se puede y que terminé una prueba el doble de larga que un día tuvo que abandonar.



El día de la maratón pensaré también en ese chaval de 17 años que abandonó la marcha ciclista y que se propuso no abandonar más pruebas (salvo que me encuentre mal o tenga alguna lesión). Será un motivo para terminarla…