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Viene de aquí.
Cuando las
noticias de la caída de la bolsa de Nueva York llegan a Jesse, éste no piensa
que aquello le pueda afectar. Todo suena muy lejano y extraño. En la radio escucha
noticias espeluznantes sobre gente que trabaja en los grandes bancos que se
suicidan disparándose en la cabeza o tirándose de los rascacielos. También hablan
con palabras económicas que no conoce como deflación, devaluación de la moneda,
crisis económica... Todo aquello parece de otro mundo. Él sigue haciendo su
vida normal, va al instituto acompañando a Ruth, entrena con Charles y trabaja
por las tardes en la fábrica de calzado. Unos días reparando y otros
repartiendo, como lleva haciendo desde hace un par de años. Algunos compañeros
del taller están asustados por la noticia de lo que ya se denomina el “crack de
la bolsa”. Él, al contrario que ellos, está tranquilo.
Una tarde al
ir a trabajar se da cuenta que el taller está cerrado. Se extraña y vuelve a
casa. Al día siguiente sigue cerrado a cal y canto. Decide esperar sentado en
la puerta por si alguien aparece. Después de un par de horas, llega uno de los
encargados. Se acerca a Jesse y le dice que ya no hay más trabajo. Están
arruinados.
Jesse vuelve
para casa con las manos en los bolsillos. Cuando llega se lo dice a su familia,
todos se muestran preocupados. Afortunadamente su padre mantiene el puesto de
trabajo en la metalúrgica y, hasta que Jesse encuentre algo, pueden ir tirando
con lo poco que han ido ahorrando.
Es positivo. No
hay mal que por bien no venga y como parece que en una temporada no tiene que
ir a trabajar por las tardes, aprovecha para prepararse con el resto de atletas
que entrena Charles. Así puede compararse con los demás, saber por el mismo si
tanto entrenamiento merece la pena y conocer a gente que corre.
El primer día
que entra en la pista se sorprende. Nunca ha estado antes en una. Le parece
enorme, tanto que cree que las distancias deben estar equivocadas respecto a
las que le ha contado Charles en más de una ocasión. Le llama la atención la
débil capa de tierra que la cubre, es muy fina. Apoya uno de los pies
firmemente y se da cuenta que le da la suficiente sujeción para correr seguro.
Los restos de tiza marcan las líneas que dividen la pista. Dibujan las calles,
las salidas y la única meta. Charles se acerca y comienza a acompañarle por el
recorrido. Le explica el número de calles. La primera es la más importante, su
línea interior tiene exactamente la distancia reglamentaria, 400 yardas. En las
carreras de fondo es conocida como la cuerda, aquella que marca el límite de la
pista con el césped interior.
—Los
corredores de fondo se matan por ir por ella. Así consiguen hacer menos curva
que los demás y por lo tanto menos distancia.
Jesse está
sorprendido, no había caído que las calles más exteriores hacen más recorrido.
Charles le lleva a los puntos de salida de las carreras de 100 yardas. Están al
fondo de la larga recta que se sale del propio círculo que forma la pista.
—Aquí es
donde saldrás de la manera que te he explicado. Manos en la línea, rodilla
izquierda apoyada y pierna derecha estirada.
Cuando siguen
rodeando la pista le cuenta como se compensan las diferentes salidas para la
carrera de 200 yardas, algunas están más cerca de la llegada respecto a las
demás. Cuanto más alejada está de la primera calle están más cerca de la meta.
Todo tiene que ver con el radio de la curva y los metros de más que hacen los
de las calles externas. Aunque a Jesse le parezca mentira todos corren la misma
distancia.
—La calle por
la que uno va es fundamental para el desarrollo de la carrera. Dependiendo de
donde salgas vas a poder ver a los rivales y saber si llevarás la iniciativa o
no.
Al final van
hacia un foso de arena que está dentro del círculo de la pista.
—Este es el
foso del salto largo. Aún no lo hemos practicado porque no hemos podido entrenar
aquí. Con la velocidad que podrías desarrollar corriendo —señala una larga
recta que llega hasta el foso —y con un poco de técnica estoy seguro que
destacarás también aquí.
En ese momento
llegan los demás corredores, son mayores que Jesse. Uno a uno se van
presentando. Todos le conocen gracias al entrenador, que les ha hablado mucho
de él.
Empiezan a
calentar y practican la técnica de carrera. Después hacen 15 series de 400
yardas (una vuelta completa a la pista) con algo de descanso entre una y otra.
Jesse llega el primero en todas. Al final de las series, unos comienzan a
descansar y otros a hacer gimnasia. Charles se dirige a todos:
—¿Qué os dije
muchachos? ¿Es bueno o no es bueno?
Cuando la
sesión ha terminado Charles se despide de Jesse:
—Hoy por fin
has conocido lo que es una pista. Ahora ya solo te queda saber lo que es
realmente el atletismo.